Una historia es el devenir de la existencia que se desenvuelve como un río en la línea orgánica de su cauce hasta que regresa al océano. Las historias son tan particulares que aun perteneciendo al mismo árbol familiar, todos contamos nuestra historia de una manera distinta, degustamos la cotidianidad de manera diferente, el afecto de padre y madre, nuestra condición de hermanos, nuestra vivencia de territorio y el constructo de un imaginario cultural. Una historia es el fractal de la ecología universal y particular porque cada uno tiene una posición cercana o distante con su casa o con el cosmos, con el cuerpo o con un cuerpo cuando se establecen relaciones diversas para expresar la observancia del entorno en una huella digital irrepetible, la cual desde su propio ADN le concede significado y unicidad al espacio, al sonido, al movimiento, al tiempo, al vacío y en todas estas dimensiones del ocupar o transitar, la cosas se validan como anclajes de representación de las historias particulares.
Somos un tejido de cosas impregnadas de substancias animadas convertidas en “habitus” que, según Bourdieu se desarrollan en una progresión social desde la infancia hasta crear una estructura social cimentada en el ecosistema de experiencias interactivas entre campo – habitus – capital, de hecho los artistas a partir de su capital cultural representado en la observación, investigación, interpretación de historias particulares, acotan la narrativa del campo y el habitus en una substancia de algo que tiene un desenlace formal y estético, pero siempre relativo en tanto belleza o fealdad para llegar al más allá de la cosa; la obra de arte es la substancia y metáfora de un territorio, de la naturaleza, de la cultura, de un yo habitado por la propia historia que se legitima en el efecto espejo o imágenes de otras.
Con la presente exposición colectiva integrada por Luz Ángela Lizarazo, Rafael Gómez – Barros, María Adelaida López, Ernesto Restrepo, Edwin Monsalve y Carlos Montoya en Plecto Espacio de Arte Contemporáneo, se propone a través diversos contenidos plásticos y visuales, la libre asociación entre historias particulares en un espacio de reflexión artística, donde los umbrales privados de un hacer tan obsesivo como responsable por parte de cada artista, son materializados en la obra escultórica, objetual, instalativa y bidimensional, emplazada consecuentemente para interrelacionar por oposiciones y similitudes conceptuales la finalidad que soporta el producto creativo, ser parte de quien la hace sujeto de su propia historia.
Liliana Hernández